Apuntes sobre la sonoridad de la Peatonal Sarandí

Por Leonardo Fiorelli

Siendo parte de un proyecto que estudia el paisaje sonoro de una ciudad, me enfrento a la situación de salir a escuchar y escribir sobre ello. De esta manera habrá una aproximación constante hacia distintos enfoques del problema. Situación que en un principio formó parte de un impulso, pero que al ver la riqueza del resultado decido que sea algo sistemático, que pueden o no ir acompañados de la grabación.
En este caso elijo un punto de observación.
Un banco sobre una peatonal en el barrio antiguo de la ciudad.
La duración total no fue controlada, pero es posible que haya durado entre 20 y 30 minutos.

movimiento
El campo sonoro (*1) abarcó 100 metros hacia cada lado, a la izquierda y a la derecha. Tal vez menos. A su vez se producía un desbalance, dado que el punto elegido estaba ubicado muy próximo a un cruce vehicular. Esto generó una disminución del campo hacia la derecha - donde se encontraba el cruce -. Otro aspecto que ayuda a generar el desbalance izquierda-derecha fue la sucesión de las campanadas de un reloj que daba la hora.
Hubo 2 situaciones sonoras que caracterizaron todo el intervalo de tiempo en que duró la escucha: un acordeón a piano y los pasos de los transeúntes. En este mismo instante, mi memoria me recuerda ambos. ¿Es posible recordar sonidos y manipularlos? Trato de cambiar sus parámetros dento de mi imaginación. 2 tangos y una tarantela. 3 tangos. 2 tangos y una milonga. Escucho los pasos tan fuertes que enmascaran la escucha del acordeón. Pierdo la concentración y vuelvo a mi paisaje actual y real; un piano haciendo escalas en todo el registro, un motor, una voz, la llave de un compañero que aún no ha podido abrir la puerta. Aquellos pasos tenían cierta similitud con el piano y su insistencia, uno con las notas y el otro con el golpeteo. Pero transmiten ánimos diferentes. Los pasos proponen una escucha atenta, diversidad en los golpes, en las velocidades - y sobre todo esto en contraste al piano -, en la densidad, generando intervalos de "nada" e intervalos de mucha densidad. Siempre algo nuevo.

Mi ubicación se mantuvo fija. Esto produjo que en un radio cercano a mí se generaran diferentes situaciones y sobre todo diferentes conversaciones. A causa de haberme propuesto abrir mis oídos al sonido, los diálogos se transformaron solo en voces. Dos voces jóvenes, una mujer y un hombre, 2 personas de 60 años, otra persona sola. Así marqué mi punto de referencia inicial/comienzo.Pero ninguna voz superó la media de intensidades que se generaba en la muchedumbre (no tan muchedumbre). Ni siquiera recuerdo un vendedor ambulante que se hiciera destacar.

La experiencia termina, el acordeón comienza otro tango y mis pasos ya son parte de los demás pasos. Hacia mi derecha la intensidad de la calle principal por donde circulan automóviles subvierte aquella realidad sonora por otra más monótona.



(*1) El uso del término campo sonoro hace alusión al campo visual donde se lo define como el espacio que se puede abarcar desde un punto fijo.
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