Cuando la fuente sonora no está ubicada en el plano medio de oyente, la intensidad de la señal que llega a cada oído es ligeramente diferente. Esta diferencia se debe fundamentalmente a la sombra acústica que produce la cabeza del oyente, y constituye una pista importante para la localización lateral.
Debido al fenómeno de la difracción, la sombra acústica que se produce es menor para frecuencias graves, con longitud de onda mayor. Por debajo de los 1700 Hz la sombra acústica deja de ser nítida, y a partir de los 500 Hz la cabeza puede considerarse acústicamente transparente, por lo que la DII deja de ser una pista útil.